Liston alpaca

Cinco maestros artesanos que debes conocer

Cinco maestros artesanos que debes conocer. Ideas hechas arte

Ideas hechas arte por las manos de cinco maestros artesanos que debes conocer. Las tradiciones peruanas se mantienen vivas en las manos de nuestros artesanos, que por años han desarrollado un estilo único y particular para ser reconocidos y valorados a nivel mundial. ¿Quieres saber quiénes son? Conócelos en el siguiente listado.

Fotos: Jesús Raymundo

“La piedra me dice en lo que se quiere convertir, yo no la fuerzo ni la obligo. Me guía en sus formas y sus texturas, yo no decido nada. A veces quiere ser una mujer ayacuchana, a veces quiere ser un retablo. En otras ocasiones quiere ser un mensaje de paz para mi ciudad, mi país o mi universo”, filosofa en voz alta el maestro.

Al llegar al taller de Julio Gálvez Ramos, en el distrito de Santa Ana, que reúne a los maestros de las artes de la ciudad de Ayacucho, un par de cosas sorprenden: la cantidad de personajes creados con la piedra de Huamanga que parecen observarnos desde estantes y repisas. Y el yeso que cubre parte del brazo derecho del artista, el cual no le impide golpear la dura sustancia con la que arma sus trabajos.

“Me lesioné cargando un bloque de piedra de Huamanga de más kilos de lo que pensaba y me recomendaron descansar una semana. Me duele al momento de hacer fuerza, pero me duele más no trabajar”, cuenta el maestro Gálvez.

Su vida, a primera vista, parece la de un artesano más. Pero el año 2000 recibió la distinción de Gran Maestro de la Artesanía Peruana y en el 2008 fue distinguido como Personalidad Meritoria de la Cultura Peruana por el Instituto Nacional de Cultura. Pero esos detalles son relativos al momento de ensuciarse las manos a diario.

Origen y recompensa

“Cuando fui a Lima, todos me saludaban con un respeto exagerado y me hacían ceremonias. Me decían ‘maestro’ y ‘amauta’, pero al volver a Ayacucho seguía siendo el mismo vecino que se levantaba temprano para inspirarse con las herramientas y el alabastro andino. Ser uno de los primeros participantes en la feria Ruraq Maki no me cambió, que en el extranjero me conozcan más que en mi propio país tampoco. Los reconocimientos son pasajeros, pero el trabajo es eterno”.

El trabajo con los pedernales es eterno y lo descubrió a los 8 años. Casi por obligación, diseñó su primera figura y hasta hoy sigue moldeando. Con más experiencia, pero con el mismo vigor de la juventud, resume.

“Mi vecino era Silvestre Quispe, otro reconocido maestro de la piedra de Huamanga. Iba a su taller a pedirle que me enseñara lo básico y él siempre fue amable”.

Con paciencia, Quispe enseñó algunos secretos a un niño bastante descoordinado en aquel entonces. “Con el tiempo lo dejé y mi madrecita un día me dijo que trabajara con lo que había aprendido, además de gritarme ‘flojo’ y otras cosas más que no te contaré por vergüenza. Con un cuchillo de cocina hice la figura de una mujer que vendí a unos centavos, que luego mi mamita usó para comprar pan. Desde entonces no me detengo”.

Se acomoda el yeso. Es hora de ponerle una pausa al golpeteo con el cincel para mostrarme algunos de sus trabajos. Rostros, gestos y miradas aparecen por delante, hechas con piedra de Huamanga.

Legado e inspiración

Al maestro Gálvez un trabajo le puede tomar desde media hora hasta tres meses. “Estará listo cuando esté listo” es una frase que se ha vuelto su eslogan característico. La repite a los jóvenes que van a su taller en busca de consejos y recomendaciones. Se la ha dicho también a sus hijos, interesados en mantener este estilo de vida.

“He sido profesor de personas de todas las edades. Vienen de los colegios de la zona para que enseñe a los niños, viajan jóvenes artistas de todo el país para que revise sus trabajos y les de alguna idea para mejorar. Mis propios hijos, que se fueron a Lima para volverse profesores y economistas, saben sobre la piedra de Huamanga. Ese es mi legado, ese es mi futuro. Yo he vendido trabajos a museos de Japón y Francia, pero lo que sobrevivirá son las palabras que compartí. Las almas que me escucharon y se iluminaron, de alguna forma, aunque sea algo mínimo”.

Entonces, los turistas llegan al taller. Una larga cola de personas con cámaras en mano circula alrededor del espacio y se asombra con las blancas creaciones de Gálvez. Él se vuelve a acomodar el yeso y se prepara para enfrentarse a la multitud. Ya tiene la costumbre.

Pide que todos hagan un círculo a su alrededor, coge un pedazo de piedra de Huamanga que cabe en una mano y la levanta.

“Voy a contarles una historia que comenzó cuando yo tenía 8 años…”

2. Abraham Aller (Cusco)

Es uno de los escultores más respetados de la Ciudad Imperial. A sus diseños religiosos les añade paisajes andinos y dibujos de flores de la Sierra. En el barrio San Blas son muy solicitados sus Niños Manuelitos, así como la Virgen María y San José, a quienes les suele colocar vestimentas de estilo colonial. Durante su trayectoria ha recibido varios reconocimientos nacionales e internacionales como el premio Excelencia en la Artesanía de la Unesco.

3. Julio Gálvez (Ayacucho)

A los ocho años este maestro inició su relación con la artesanía, cogió una piedra de Huamanga y se puede decir que nunca más la soltó, pues actualmente hace maravillas esculpiendo esta preciosa roca. Sus trabajos han traspasado fronteras, como su escultura del árbol de la vida que actualmente se exhibe en un museo de Japón. En la Plaza Santa Ana de Ayacucho queda su taller, donde junto con sus dos hijos crea a diario diversos diseños con motivos religiosos y abstractos.

4. Agustín Piminchumo (Trujillo)

En Trujillo, cada 29 de junio se realiza la procesión por el Día de San Pedro y San Pablo en el mar de Huanchaco gracias al Patacho, una embarcación especial de fibra de totora construida en 1991 por el maestro Piminchumo. El Guardián de la Totora, como se le conoce en su tierra, no solo mantiene viva la tradición de confeccionar los caballitos de totora, también diseña adornos con escenas de la vida cotidiana, nacimientos navideños y hasta a los danzantes que acompañan la procesión de la Virgen de la Candelaria del Socorro.

5. Edwin Loza Huarachi (Puno)

Muchas de las máscaras de los morenos, diablos y chinas diablas; que se ven en la Festividad de la Virgen de la Candelaria, son elaboradas por este maestro de la artesanía, quien comenzó haciendo pequeños rostros de arcilla cuando estaba en el colegio. Sus seres antropomórficos, con ojos grandes, rasgos faciales pronunciados y una gran gama de colores, han sido adquiridos por coleccionistas de arte de Francia, España e Inglaterra. Varios de sus trabajos también se exhiben en museos de México y Alemania como muestra del folklor peruano.

Carrito de compra